Un tesoro olvidado

Los colegios en la actualidad tienen una responsabilidad enorme: traspasar conocimientos teóricos y prácticos, entregar las herramientas necesarias para el desarrollo de las habilidades individuales y, al mismo tiempo, enseñar las normas sociales.

Frente a esta gigante tarea, probablemente una de las ideas más generalizadas es pensar que la educación debe estar estructurada en base a estos cuatro pilares:

  • Aprender a conocer (Academicismo de Platón)
  • Aprender a hacer (Academicismo de Platón y desarrollo de las habilidades individuales de Rousseau)
  • Aprender a vivir juntos (Socialización de Durkheim)
  • Aprender a ser (Desarrollo de las habilidades individuales de Rousseau)

Actualmente existen diversos proyectos educacionales que toman estas ideas. En algunos predomina el academicismo, en otros se alienta a los niños a desarrollar sus talentos y en otros, la socialización es el aspecto central.

Pero independiente del proyecto, estas cuatro premisas se han transformado en el ABC de la educación y en Chile podemos encontrarlas en los objetivos de la mayoría de los proyectos educativos de los colegios. La pregunta es: Si quienes diseñan las políticas públicas educacionales tienen tan claro estos cuatro objetivos ¿por qué el sistema educativo de muchos países en el mundo, parece estar en constante crisis? Todos parecen ser culpables de este fracaso: el Estado, el sistema privado, la formación de profesores, la mala distribución de los recursos, los contextos familiares, la pobreza, la falta de oportunidades, etc. Pero a nadie se le ocurre pensar que tal vez el problema no son los agentes externos a la educación, sino la manera en concebimos la educación misma.

La teoría sobre la Educación Imaginativa de Kieran Egan cuestiona la esencia de la educación actual, el problema son precisamente esos cuatros pilares en los que se funda el sistema educativo moderno, pues son incompatibles y no pueden alcanzarse al mismo tiempo, sin que entren en conflicto unos con otros. El aprender a conocer, a reflexionar, a desarrollar un pensamiento crítico, que se relaciona con el academicismo de Platón, es muy difícil de combinar con la idea de socialización. ¿Cómo puedo ser crítico si al mismo tiempo me enseñan que debo aprender a vivir de acuerdo a ciertas convenciones sociales? Para vivir en esta sociedad todos debemos seguir ciertos patrones que terminan por homogeneizarnos, entonces ¿cómo compatibilizo esa realidad, con la necesidad de desarrollar mis propias habilidades? Y, por último, los colegios dicen respetar a los estudiantes como seres únicos, con sus propios talentos e intereses, sin embargo, todos estudian exactamente los mismos contenidos y a todos se los evalúa de la misma manera.

Si el problema está en los fundamentos que sustentan la educación actual, ¿cuál es la alternativa? Kieran Egan en su libro “Mentes Educadas” no sólo detecta el problema, también plantea una solución. Su propuesta es establecer las bases del proceso educativo en la teoría de las herramientas psicológicas de Lev Vigotsky (Egan las llama herramientas cognitivas) y en la teoría de la recapitulación.

Las herramientas cognitivas se relacionan con el cómo debemos enseñar. Éstas caracterizan los tipos de entendimiento, que se organizan en “etapas” las cuales van transformándose de acuerdo al uso cada vez más sofisticado que hacemos del lenguaje tanto oral como escrito. Son similares a los estadios de Piaget, pero la diferencia esencial es que para Piaget éstos vienen determinados por la biología, en cambio para Kieran Egan son etapas culturales, estrechamente relacionadas con el desarrollo del lenguaje y nuestro pensamiento, pues son las que determinan la manera en que entendemos el mundo. La primera es la etapa somática relacionada con el cuerpo y los sentidos; luego viene la etapa mítica, relacionada con el lenguaje oral; le sigue la etapa romántica, relacionada con el lenguaje escrito; ya en la adolescencia se comienza a desarrollar la etapa filosófica, relacionada con uso del lenguaje abstracto (metanarrativa); para finalizar con la irónica (que no todos alcanzan), que se caracteriza por el uso del lenguaje crítico, reflexivo y analítico.

La recapitulación responde a la pregunta: ¿qué debemos enseñar? y compara la evolución del hombre en la historia, con el desarrollo del individuo a lo largo del tiempo. La etapa somática propia de un bebé que aún no puede hablar, puede compararse con la manera de entender el mundo del hombre de las cavernas, que se comunicaban sólo con sonidos. La etapa mítica es la etapa en que el hombre desarrolla el lenguaje oral y su símil en la historia son las tribus sedentarias que evolucionaron al descubrir la agricultura y comienzan a vivir en comunidades, desarrollando sus propias religiones y creencias para dar explicación a lo que los rodea. La etapa romántica es comparable al período de las primeras civilizaciones que desarrollaron el lenguaje escrito, lo que permite el nacimiento de la historia oficialmente. La etapa filosófica queda muy bien graficada en la época de oro de Grecia, período en que nace la filosofía y con ella, la posibilidad de desarrollar un lenguaje reflexivo.

Lenguaje e imaginación

¿Cuál es el papel de la imaginación en toda esta teoría? Para responder esa pregunta es importante tener en cuenta que existen muchos tipos de lenguaje y cada uno es una forma de entender el mundo. La imaginación aparece desde el momento en que el lenguaje comienza a presentarnos posibilidades diversas de comprender lo que nos rodea. Hay imaginación ya en la etapa somática y ésta se va incrementando en la medida que el lenguaje se hace más complejo.

Vigotsky afirmaba que un adulto tiene el potencial para ser mucho más imaginativo que un niño, ya que posee un lenguaje más sofisticado. Kieran Egan plantea que para lograr esto es necesario considerar a la imaginación como un elemento central del proceso educativo en todas sus etapas, sólo así podrá desarrollarse de manera adecuada. Un niño que ve estimulada su imaginación desde temprana edad seguro será un adulto creativo, capaz de resolver problemas y de destacar en aquello que decida hacer.

En la Educación Imaginativa, la imaginación permite al niño conectarse emocionalmente con lo que está aprendiendo. De esta manera, lo que se estudia se vuelve memorable. En este aspecto, la crítica que hace Egan a la educación actual es: si es tan evidente que la imaginación es tan importante en la manera que tiene el niño de comprender el mundo, ¿por qué ésta no tiene cabida en el sistema educativo actual?

Las ideas que por año han estado presentes en las prácticas educativas, tienden a influenciarnos mucho con respecto a la manera en que pensamos sobre la educación. Kieran Egan en varias de sus publicaciones intenta ir más allá de los discursos habituales que tanto nos acomodan. Es interesante cómo cuestiona la idea de que el niño aprende desde lo concreto a lo abstracto, de lo conocido a lo desconocido, de lo simple a lo complejo, sin reparar que un niño está en constante interacción con imágenes que jamás ha visto en su vida real. Si el niño aprende de lo concreto a lo abstracto ¿cómo podemos explicar los cuentos? Pues éstos sólo cobran sentido si el niño entiende el trasfondo abstracto que le permita dar fuerza a esa historia. ¿En relación a que los niños aprenden de lo conocido a lo desconocido, cómo podemos explicar la fascinación de los niños por personajes fantásticos como brujas, hadas y animales parlantes?

Sacar ventaja de la imaginación significa estar disponible a romper con todo lo establecido, es la posibilidad de ver más allá y forjar un nuevo orden de experiencia. En el momento que se logra esto, se alcanza un grado de liberación tal que permite ver no sólo lo que una cosa es, sino también lo que una cosa puede y debería ser.

En todo proceso de enseñanza y aprendizaje es necesario dejar atrás cosas y estar listo para buscar cosas nuevas. El sentido de la educación debe estar ligado a esta clase de conciencia, el cual tiene un fuerte vínculo con el desarrollo de la imaginación.

La Educación Imaginativa busca que el aprendizaje ocurra, que el niño o adulto realmente comprenda aquello que aprendió y no lo olvide. Además propone un proceso educativo más amigable, en el que los niños adquieren confianza en sus conocimientos y, por ende, en ellos mismos. El proceso es más divertido no sólo para los estudiantes sino también para los profesores, pues implica un desafío importante planificar la unidad de estudio de forma imaginativa, logrando la expectación de los alumnos.